lunes, 28 de noviembre de 2011

Yeh-Shen



Yeh-Shen era la hija de una de las dos esposas de Wu, un jefe minero. Cuando la madre de Yeh-Shen murió, ésta quedó al cuidado de la otra esposa de Wu, la cual también tenía una hija. Y, claro, surgieron los celos de la madrastra. Esta, viendo que la pequeña huérfana poseía más virtudes que su propia hija, procuraba amargarle la vida y la trataba fatal, encargándole los peores y más sucios trabajos de la casa.

La vida de Yeh-Shen era tan triste que sólo tenía un amigo: un precioso pez de grandes ojos dorados. Vivía en el río, y cada vez que veía acercarse a la joven, se asomaba fuera del agua para saludarla. Incluso saltaba a la orilla para estar más cerca de ella. Pero esta relación duró poco. La malvada madrastra se enteró y ella misma capturó al pobre pez, sirviéndolo luego para cenar. Con un tremendo disgusto, Yeh-Shen corrió a la orilla del río y allí, acurrucada en el suelo, comenzó a llorar.

De pronto, oyó una voz a su espalda. Al girar la cabeza, sus ojos llenos de lágrimas vieron a un extraño anciano, vestido como un pordiosero y con una larga melena que le caía sobre los hombros. Este le dijo: “Preciosa niña, las espinas de tu amado amigo el pez poseen una poderosa magia. Cada vez que te veas en apuros, sólo tendrás que arrodillarte ante ellas y pedirle ayuda. Pero ten cuidado: no debes malgastar tus deseos.”

Rápidamente, la joven rescató las espinas de la basura y las guardó. El tiempo pasaba y se acercaba el Festival de Primavera, una celebración que los jóvenes del lugar aprovechaban para encontrar su pareja. Yeh-Shen soñaba con asistir. Pero su madrastra quería casar antes a su propia hija y no podía permitir que la presencia de la huérfana le levantara sus posibles pretendientes y lo estropeara todo. Así que no le permitió ir.

Así que, una vez que madre e hija partieron al pueblo, Yeh-Shen pidió a las mágicas espinas un deseo…

La Fiesta de Primavera se celebraba cuando apareció una bellísima joven cubierta con lujosos vestidos. Calzaban sus diminutos pies unos zapatos de oro con pequeños peces tallados en piedras preciosas. Era Yeh-Shen. Una multitud se agolpó a su alrededor para contemplarla, entre ella sus malvadas parientes. Temerosa de ser reconocida, la joven no tuvo más remedio que huir de la fiesta, dejando atrás, olvidado, uno de sus zapatos.

Al llegar a casa, sus magníficos ropajes desaparecieron. Intentó volver a pedir otro deseo a las espinas, pero no ocurrió nada. Desconsolada, volvió a guardar los restos de su amigo el pez. Lo único que le quedaba de aquella mágica noche era un precioso zapato dorado. Poco después, un mercader encontró el zapato perdido y, viendo el valor que tenía, se lo vendió a un colega, el cual, a su vez, decidió llevarlo como regalo al rey T´o Han, monarca de una isla cercana.

El rey ansiaba averiguar el paradero del otro par. Pero, sobre todo, saber quién era el verdadero propietario de aquel maravilloso zapato. Por eso decidió montar una especie de pabellón en el lugar donde lo habían encontrado, para que la población del lugar lo viera y lo reconociera.

Cuando Yeh-Shen se enteró, decidió que tenía que recuperar lo que era suyo. Así que, una noche, salió a escondidas y entró en el pabellón. Pero fue descubierta por los soldados del rey y llevada ante su presencia. El rey no podía creer lo que decía la joven. Su aspecto desaliñado y sucio no correspondía con la imagen del dueño de un calzado como aquel. Pero Yeh-Shen insistió en su historia, y añadió que tenía en su poder el otro par. Los soldados fueron a su casa para comprobar su versión y allí estaba el otro zapato.

Cuando la joven se puso los dos delante del Rey, y así demostrar que eran realmente suyos, sus miserables ropas se transformaron en un magnífico vestido. Al verla, el monarca quedó prendado y acabó casándose con ella.

En cuando a la madrastra y su hija, el rey ordenó que vivieran en una cueva, y que no salieran de ella jamás. Cierto día la cueva se derrumbó y las dejó enterradas para siempre.

sábado, 26 de noviembre de 2011


Una rosa en la tumba de Homero

En todos los cantos de Oriente suena el amor del ruiseñor por la rosa; en las noches silenciosas y cuajadas de estrellas, el alado cantor dedica una serenata a la fragante reina de las flores.

No lejos de Esmirna, bajo los altos plátanos adonde el mercader guía sus cargados camellos, que levantan altivos el largo cuello y caminan pesadamente sobre una tierra sagrada, vi un rosal florido; palomas torcaces revoloteaban entre las ramas de los corpulentos árboles, y sus alas, al resbalar sobre ellas los oblicuos rayos del sol, despedían un brillo como de madreperla.

Tenía el rosal una flor más bella que todas las demás, y a ella le cantaba el ruiseñor su cuita amorosa; pero la rosa permanecía callada; ni una gota de rocío se veía en sus pétalos, como una lágrima de compasión; inclinaba la rama sobre unas grandes piedras.

-Aquí reposa el más grande de los cantores -dijo la rosa-. Quiero perfumar su tumba, esparcir sobre ella mis hojas cuando la tempestad me deshoje. El cantor de la Ilíada se tornó tierra, en esta tierra de la que yo he brotado. Yo, rosa de la tumba de Homero, soy demasiado sagrada para florecer sólo para un pobre ruiseñor.

Y el ruiseñor siguió cantando hasta morir.

Llegó el camellero, con sus cargados animales y sus negros esclavos; su hijito encontró el pájaro muerto, y lo enterró en la misma sepultura del gran Homero; la rosa temblaba al viento. Vino la noche, la flor cerró su cáliz y soñó:

Era un día magnífico, de sol radiante; se acercaba un tropel de extranjeros, de francos, que iban en peregrinación a la tumba de Homero. Entre ellos iba un cantor del Norte, de la patria de las nieblas y las auroras boreales. Cogió la rosa, la comprimió entre las páginas de un libro y se la llevó consigo a otra parte del mundo a su lejana tierra. La rosa se marchitó de pena en su estrecha prisión del libro, hasta que el hombre, ya en su patria, lo abrió y exclamó: «¡Es una rosa de la tumba de Homero!».

Tal fue el sueño de la flor, y al despertar tembló al contacto del viento, y una gota de rocío desprendida de sus hojas fue a caer sobre la tumba del cantor. Salió el sol, y la rosa brilló más que antes; el día era tórrido, propio de la calurosa Asia. Se oyeron pasos, se acercaron extranjeros francos, como aquellos que la flor viera en sueños, y entre ellos venía un poeta del Norte que cortó la rosa y, dándole un beso, se la llevó a la patria de las nieblas y de las auroras boreales.

Como una momia reposa ahora el cadáver de la flor en su Ilíada, y, como en un sueño, lo oye abrir el libro y decir: «¡He aquí una rosa de la tumba de Homero!»

La Estrella y la Dama

Cuenta la Leyenda que una estrella se desprendió del firmamento.

En su caída arrancó de sus entrañas un lamento; un grito agónico, ahora de ayuda, ahora de nostalgia… y el cielo empezó a llorar. Las nubes lo cubrieron y sus lágrimas inundaron la Tierra que aquella estrella pisó.

Convertida en Dama y Señora, perdida en su camino, sola y abatida, se debatía sobre qué camino seguir.

Parecía aquel mundo tan desconocido y tan lejano, que se encontraba perdida y, curiosamente, recordaba verlo desde sus alturas, no hace mucho, con envidia y celo por tenerlo. “¿Y ahora qué?”, se preguntaba. “Te extraño, Orión”, “ya no me acompañas, Sirio”, pensó mirando a su cielo protector… sola… y el cielo seguía llorando…

De rodillas en el suelo, empapada por la pena divina; la cara cubierta por sus pálidas manos; los ojos húmedos por el llanto contenido, sintió una mano firme sobre su hombro.

“Ven, acompáñame”, le dijo una voz. “Resguardémonos bajo aquel frondoso roble”.

Aún a sabiendas de que aquél podía no ser un lugar seguro en aquellos momentos difíciles, encaminó sus pasos hacia el árbol: la cabeza gacha, los pasos dudosos, pero la mano apretada por la de aquel joven.


Bajo aquel roble por primera vez sus miradas se encontraron. Y lo supo: el destino, el sentido de su pasado, el por qué de su presente; los pasos hacia su futuro; y por un momento recobró aquel anhelo juvenil que parecía retenido por las aterradoras fauces de antigüas tristezas.

… y el cielo se abrió… los rayos de Sol dibujaron un paraíso de sueños, y su pelo brilló dorado, como en aquellos días en que no eran cabellos sino brazos de luz que alumbraban al mundo. Ya no brillarían sólo por todos; ya no lucirían sólo para darle paz y calor a quienes a su alrededor parecían disfrutar de la vida. Aquella energía que un día irradiaba su estrella jamás se había perdido. Siempre había estado ahí, esperando, oculta en el rincón más remoto para volver a cegar con su sonrisa esperanzada.

Difuminados por el rocío de la hierba mojada, sus siluetas comenzaron a desaparecer entre las últimas luces del día, y del roble, la estrella caída y el joven sólo quedaron la mágica historia que los lugareños se contaban de padres a hijos.

Desde entonces, esos mismos lugareños cuentan que cuando llueve sobre la Tierra, el cielo llora por otra estrella caída, pero aquel preciso lugar en que un día un roble ofreció su cobijo siempre permanecía seco.

Cuenta la leyenda que desde entonces dos estrellas brillan entre las nubes despejando el camino de la luz, siempre con sus sonrisas puestas.

El Enano y la Felicidad

Cuenta la leyenda que un inquieto enano llegó un día a un aldea remota. En aquellos confines del mundo no estaban acostumbrados a tener visitantes, así que, el pequeño ser causó muchísima expectación.

-“¿Qué haces aquí?”- dijo uno de los ciudadanos.

-“Verás…Tras muchos años de entrenamiento, tengo la capacidad de dar felicidad a las personas y de hacer que cualquiera que me rodee experimente una alegría inmensa. Eso sí, esta felicidad, no dura más que unos segundos…

-“¡Sí”, “¡Venga ya!”, “Es increíble”-murmuraban todos convencidos de que, con el enano ahí, jamás serían desdichados.

-“Durante los dos últimos años”-continuó el enano-“he recorrido el mundo haciendo sentir a las personas, a algunas incluso por primera vez, lo que es la felicidad.

-“¡Por favor, házmelo sentir a mí!”-dijo uno-.

-“Y a mí”-dijo otro-.

Y así, el enano comenzó a hacer una demostración a los habitantes del pueblo. Con sólo mirar a los ojos de alguien, conseguía disipar todas sus preocupaciones, que su ceño dejase de estar fruncido, que no tuviese miedo, y que se sintiese capaz de arriesgarse a elegir su vida.

Durante días y días, lo fue haciendo con todas las personas del pueblo, cada vez que se cruzaba con alguna. Sin embargo, tras esos mágicos segundos, todo se desvanecía. Y esas personas se sentían aún peor que al principio. Lo que les llevaba a estar constantemente buscando al enano y reclamando sus favores.

La insatisfacción se fue tiñendo de rabia y cólera hacia el enano de tal manera que, un día, salieron a buscarle para destruirle. El enano estaba tan débil por todo el trabajo que le habían dado que no consiguió huir. Tras matarlo, para asegurarse de que no pudiese volver jamás lo cocinaron y se lo repartieron como pudieron. Comiéndose, cada uno, un trocito muy pequeñito.

Y…cuenta la leyenda, que el enano, lejos de desaparecer, se quedó. Decidió quedarse para seguir dándoles instantes felices. Pero de un modo tan ocasional y tan fugaz, que sólo les serviría para evocar una sensación que nunca tendrían. Así hasta que el pueblo desapareció.

Y cuenta la leyenda también que…hasta nuestros días, el enano está en cada uno de nosotros. Sus ojos, los ojos de nuestra alma, se posan en los ojos de los otros, pues su mirada ha encontrado una manera de salir. Nuestra sonrisa. Cada sonrisa son segundos de felicidad, propia y ajena, que podemos conseguir cuantas veces queramos, gracias a que un enano tiene los ojos en nuestro corazón.

El río niño


Se dice que el río Kawa nace en lo alto de las montañas, bajo el manto protector de las nieves perpetuas. Durante su más tierna infancia es de un frío gélido, pero también es puro y cristalino. Es un niño travieso y juguetón que corre entre las piedras, salpica, ríe y alborota... despertando las sonrisas de los pocos afortunados que aciertan a verle. Rebosante de vida y energía, está dispuesto a arrollar a todo obstáculo que se interponga en su camino. Sin embargo, pronto el terreno se hace menos escarpado, anunciando el fin de su niñez. Durante su adolescencia discurre por los bosques milenarios que se extienden al pie de las montañas que le vieron nacer. Allí trota bajo la sombra espesa de los árboles, habla con las hadas y se enamora de la más hermosa de ellas. Le promete que estarán siempre juntos, pero su destino es seguir corriendo eternamente hacia delante, hacia el fin de los bosques que aprisionan a los seres mágicos. Se dice que ella le acompaña durante largos kilómetros, pero que se detiene en seco allá donde acaban los árboles y empiezan las enormes praderas de pastos jugosos. Le ve alejarse con lágrimas en los ojos. En las noches de verano, cuando brilla la luna llena en lo alto del cielo estrellado, aún se la puede oir lamentándose por la pérdida de su amado. El río jura no olvidarla, pero pronto rompe su promesa, inmerso en la exploración de nuevos mundos, sediento de nuevas sensaciones. En su madurez transcurre más tranquilo entre campos de cultivo donde conoce al hombre. Éste le moldea a su antojo: le aprisiona en embalses, cambia su curso donde le place, le canaliza, le roba los peces... El río observa en silencio, impotente, pero sigue adelante porque está en su naturaleza. Se dice que una noche de luna llena cree oir a su hada llorándole en la distancia y al estirar un brazo para tratar de alcanzarla, se origina su único afluente, fruto de aquella relación imposible. El río ve cómo su hijo se aleja veloz sin mirar atrás, con el mismo espíritu aventurero del que había gozado el propio Kawa en su juventud. El padre, angustiado por perderle tan pronto, forma grandes meandros para ralentizar su curso y retrasar sólo un poco lo inevitable: su hijo acaba desapareciendo tras una colina y no le verá nunca más. Los agricultores y ganaderos pronto dejan paso a las fábricas, que vierten todo tipo de residuos sobre el río. Sigue avanzando, como alma en pena, con sus pensamientos emponzoñados. Es grande, pero viejo y más lento. No queda nada en él que recuerde a aquel niño travieso de las montañas. Ahora es gris y maloliente, de modo que incluso los humanos le dan la espalda. Ya no le ve ningún sentido a esa carrera que parecía la razón de su vida y lamenta haber abandonado a su amada, a la que recuerda vágamente. Finalmente muere desembocando en la mar salada, que se traga sus recuerdos, su basura, su rabia. Sin embargo, nunca muere del todo. Porque cada segundo vuelve a nacer ese niño de las montañas, que se precipita cuesta abajo hasta llegar al bosque milenario. Cada segundo vuelve a la adolescencia para enamorarse y cometer los mismos errores. Se ha enamorado una y mil veces de todas las hadas del bosque que le lloran en las noches de luna llena. Siempre acaba muriendo en el mar, que arrastra lo poco que queda de él hasta una playa lejana, donde esboza una última sonrisa al tiempo que besa la orilla creyendo que es una de sus hadas.

Píramo y Tisbe

Píramo y Tisbe eran dos jóvenes babilonios que vivieron, según se cuenta, durante el reinado de Semiramis. Vivían en casa contiguas y estaban perdidamente enamorados. Pero sus familias, ferozmente enfrentadas, les habían prohibido verse. Píramo y Tisbe se encontraban en secreto, entonces, a través de una grieta en la pared que separaba sus casas. Y cuando nadie los veía, alimentaban su amor con dulces palabras, aunque apenas podían verse ni tocarse a través de la estrecha hendidura.

Un día, los jóvenes decidieron terminar con ese suplicio y fugarse juntos. Convinieron en encontrarse esa noche a la orilla del río, junto a un árbol de moras. Tisbe llegó temprano, pero al ver a una leona acercarse al río para beber, huyó del lugar, asustada, dejando caer su velo. La leona, manchada de sangre de su reciente cacería, se puso entonces a jugar con el velo. Al llegar Píramo, y ver a la leona desgarrando el velo de Tisbe, manchado de sangre, creyó que su amada había muerto. Desesperado, el pobre muchacho se suicidó atravesándose con su espada. Su sangre bañó las moras, que desde entonces son de color púrpura.

Al ver alejarse a la leona, Tisbe salió de su escondite y volvió a la orilla del río, donde encontró a su novio agonizando rodeado de extrañas moras violáceas. Tisbe no dudó: atravesándose ella también con la espada, se acostó junto a Píramo y se abrazó a él. Poco después los amantes, tal como se lo habían propuesto, partían juntos para siempre.

Según otra versión tal vez aún más antigua, los hechos ocurrieron en la región de Cilicia y Tisbe se suicidó al saberse embarazada, por temor a las represalias de su familia. Píramo, al encontrarla sin vida, la siguió, metamorfoseándose la joven Tisbe en una fuente, y el muchacho en un río. El río Píramo, que conserva su nombre hasta el día de hoy.

Esta trágica leyenda ha inspirado innumerables historias de amor a lo largo de los siglos. Entre ellas, la inmortal Romeo y Julieta, de William Shakespeare.

Dentro de la tradición latina, la morera es conocida como Árbol de Píramo, en honor al joven babilonio y su sacrificio de amor.

El Atrapasueños


Hace mucho tiempo cuando el mundo era joven, un viejo líder espiritual Lakota estaba en una montaña alta y tuvo una visión.

En esta visión Iktomi, el gran maestro bromista de la sabiduría apareció en la forma de una araña.

Iktomi le hablo en un lenguaje sagrado, que solo los líderes espirituales de los Lakotas podían entender.

Mientras le hablaba Iktomi, la araña tomo un aro de sauce, el de mayor edad, también tenia plumas, pelo de caballo, cuentas y ofrendas y empezó a tejer una telaraña.

Él habla con el anciano acerca de los círculos de la vida, de como empezamos la vida como bebes y crecemos a la niñez y después a la edad adulta, finalmente nosotros vamos a la ancianidad, donde nosotros debemos ser cuidadosos como cuando éramos bebes completando el círculo.

Pero Iktomi dijo mientras continuaba tejiendo su red, en cada tiempo de la vida hay muchas fuerzas, algunas buenas otras malas, si te encuentras en las buenas fuerzas ellas te guiaran en la dirección correcta.

Pero si tu escuchas a las fuerzas malas, ellas te lastimaran y te guiaran en la dirección equivocada.


El continuo, ahí hay muchas fuerzas y diferentes direcciones y pueden ayudar a interferir con la armonía de la naturaleza.
También con el gran espíritu y sus maravillosas enseñanzas.
Mientras la araña hablaba continuaba entretejiendo su telaraña, empezando de afuera y trabajando hacia el centro.

Cuando Iktomi termino de hablar, le dio al anciano Lakota, la red y le dijo: ve la telaraña es un circulo perfecto, pero en el centro hay un agujero, usa la telaraña para ayudarte a ti mismo y a tu gente, para alcanzar tus metas y hacer buen uso de las ideas de la gente, sueños y visiones.

Si tu crees en el gran espíritu, la telaraña atrapara tus buenas ideas y las malas se irán por el agujero.
El anciano Lakota, le paso su visión a su gente y ahora los indios Siux usan el atrapasueños como la red de su vida.

Este se cuelga arriba de sus camas, en su casa para escudriñar sus sueños y visiones.
Lo bueno de sus sueños es capturado en la telaraña de vida y enviado con ellos, lo malo de sus sueños escapa a través del agujero en el centro de la red y no será más parte de ellos.

Ellos creen que el atrapasueños sostiene el destino de su futuro

Byrting y la reina de los elfos




Aquella noche, mientras dormía en su castillo noruego, el caballero Byrting tuvo un sueño extraño. Apenas había bebido los primeros sorbos de sueño cuando oyó que llamaban a la puerta de su cuarto. Se incorporó bruscamente y preguntó:

―¿Quién llama?

―Levántate, Byrting, y déjame entrar. ―Respondió con suavidad una voz femenina desde el otro lado de la puerta.

La noche era desapacible, y Byrting, que temía a los fantasmas, vampiros y endriagos que según las leyendas se arrastraban por las entrañas de su castillo, no se movió de la cama. Sin embargo, la puerta se abrió por sí misma, y una joven de rara belleza vestida con un fino ropaje de gasa entró en la habitación, tras lo cual se acercó al lecho del caballero, se sentó en el borde y comenzó a jugar con su lustrosa melena.

Prudente, Byrting salto fuera de la cama y se apoyó contra la pared.

―Escucha bien, Byrting ―dijo la joven, fingiendo no haberse dado cuenta del gesto del caballero―: mañana vendrás al Reino de los Elfos.

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A la mañana siguiente, Byrting salió a caballo de su castillo. Al pasar por un puente cercano, el caballo se encabritó y tanto jinete como montura cayeron al río. Mientras que el caballo salió airosamente a la superficie, el caballero no pudo desembarazarse del frío abrazo de las aguas. Antes de perder el conocimiento, sintió cómo una mano de dedos largos le agarraba con suavidad del tobillo y comenzaba a tirar de él.

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Cuando Byrting abrió los ojos, vio una amplia estancia, hermosa como jamás ningún rey de la Tierra podría soñar con tener. Junto a él estaba la joven de la noche anterior, quien ahora llevaba puesta una corona de hojas e irradiaba serenidad. Le preguntó a Byrting:

―Responde a esto, y piensa bien la respuesta: ¿En qué país has nacido? ¿En qué corte quieres vivir?

―He nacido en Beiarland ―respondió el caballero―, allí en la corte he vivido. Allí vivió mi amada y allí quiero morir.

Al oír esto, la joven pidió a una sirvienta:

―Ve y trae una copa del hidromiel del olvido.

Cuando la sirvienta hubo traído la copa, la joven ordenó a Byrting beber de ella. Apenas hubieron tocado sus labios el líquido que contenía, le volvió a preguntar.

―¿En qué país has nacido?¿En donde quieres vivir?

―He nacido lejos de aquí, pero ahora pertenezco al Reino de los Elfos, en donde quiero vivir y morir. En donde está mi amor.

Los pájaros

Cuenta una antigua leyenda que antaño los Gitanos eran pájaros. Un día, en pleno vuelo sobre la tierra, divisaron un palacio dorado brillando al sol y bajaron para verlo mejor. El palacio estaba habitado por pavos, gallinas y patos que, maravillados por la belleza de los gitanos-pájaros, empezaron a regalarles todo tipo de joyas y golosinas, suplicándoles que no se marcharan. Pronto todos los pájaros estaban cubiertos de cadenas de oro, de pies a cabeza. Tan sólo un pájaro resistió a la tentación de tantas riquezas, incitando a los demás a que retomaran el vuelo. Pero, nadie le escuchó. Entonces, con el corazón pesaroso, se elevó en el aire y se lanzó a las piedras desde lo alto de los cielos. Solamente en ese momento los gitanos-pájaros despertaron de su entorpecimiento y empezaron a batir las alas. Pero el oro los tiraba hacia abajo y no lograban despegar del suelo. Los pavos, las gallinas y los patos cantaron victoria. Mantendrían para siempre aquellos bellos pájaros encerrados en jaulas de oro. De repente, una pequeña pluma roja se deslizó hacia el interior del palacio y aterrizó a los pies de los pájaros. El oro se cayó de sus cuerpos, pero sus alas ya no les obedecían y no lograron levantar vuelo. La pequeña pluma roja, suavemente llevada por el viento, salió del palacio y empezó a errar por los caminos polvorientos. Los gitanos la siguieron y fueron perdiendo sus plumas una por una, transformándose así en humanos. Con cuerpo de hombre y alma de pájaro, se olvidaron para siempre de cómo volar.

El Hada Mélusine


Él era rey de Escocia. Élinas era su nombre. Sobre un páramo nublado, un día conoció a un hada cuyos ojos eran de un fuego suave. El rey enamorado de ella al instante le preguntó:

-¿Quién eres?

-Me llaman Pressina.

Ella era viva y frágil, como un sol en la lluvia. El rey Élinas la cogió de la mano y le pidió ser desposado con ella.

En la noche de bodas Pressina tuvo una visión de su futuro:

-Traeré tres niñas al mundo. Prométeme que no las verás hasta su séptimo mes. Si tú descubres antes de tiempo el velo de su cuna, la desgracia caerá sobre nosotras. El rey dio su palabra y así tres hermanas gemelas nacieron. Una fue nombrada Mélior, la segunda Palatine y la tercera Mélusine.

Cuando llegó el cuarto día,Élinas no pudo contener su impaciencia por conocer a sus hijas y, olvidando la advertencia de su mujer,fue a la habitación a visitar a sus tres hijas. Pressina las bañaba desnudas en tres barreños de plata. Cuando vio entrar al rey:

-¡Adiós esposo mío!Fueron sus únicas palabras y entonces ella y las tres niñes desaparecieron. El viento abrió la ventana, Pressina tomó a las tres hermanas en una toalla roja y con ellas voló, diluyéndose en las nubes que rondaban sobre el océano próximo al palacio y se posó entre olas sobre una roca negra y azul. Allí crió a sus hijas.

No hubo un solo día que no maldijera a Élinas, ese rey sin fe ni palabra.
Mélusine, la hija menor creció en la ira contra su padre. Y así, una mañana,voló sobre el mar hasta la tierra de Escocia, hechizó en secreto al viejo rey en su castillo, ató sus pies y puños con una cuerda, lo encerró en un portón infranqueable y regresó a la isla perdida sobre un carro de nubes.

- Madre yo te he vengado- le contó a Pressina.

Y Pressina le respondió:

-¡Caiga la vergüenza sobre ti, insensata! Yo amaba a tu padre Élinas, a pesar del mal que me hizo. Yo te desprecio y te maldigo: desde el rostro a la cintura tu serás mujer para siempre, pero desde la cintura hasta el dedo gordo del pie, todos los séptimos días de cada semana tú serás una serpiente femenina. Y si te llega el amor de un hombre, tu le exigirás que en los momentos de tus misterios, él no entre en tu habitación. Y si él faltara a su palabra tú conocerás el exilio y la soledad lejos del calor de la vida.

Mélusine se fue a Poitou, a Coulombiers donde había un bosque. Entre los árboles y los matorrales, los ciervos, los lobos y los pájaros, ella sobrevivió humildemente.
Una mañana en la que se bañaba en la fuente del Cé, un caballo llegó hasta ella bajo el follaje reluciente. Raymond de Lusignan era el nombre del caballero que lo montaba. Él al descubrirla, quedó enamorado al instante. Ella se ruborizó y sonrió bajo su mirada. Y aquella misma tarde bajo los árboles quedaron prometidos. Llegó el día de sellar el compromiso de matrimonio y ella le puso una condición a su amado:

- Raymond, una vez a la semana yo me ocultaré de vos. Y no entrarás en mi habitación bajo ninguna excusa. Permanecerás lejos de mí, si no quieres perderme para siempre.

- Mélusine, yo no entraré en vuestra habitación secreta así me lo pidan el cielo o el infierno.

La felicidad perduró entre ellos diez años sin tropiezos. Para su esposo Mélusine hizo construir a su gente (gnomos, duendes y diablos buenos) el castillo de Lusignan y la torre de San Nicolás en el puerto de La Rochelle y mil casas en Santos y otras en Châtelaillon. Ella dio a luz sin dificultad a diez hijos vigorosos. Cada uno de ellos estaba marcado de aquella extraña manera. Una garra de león adornaba la mejilla del más joven, el mayor tenía un ojo rojo y otro verde como el agua, el tercero tenía un lobo tatuado en el dorso y otro en la oreja derecha parecido a la de un perro.

Un día de lluvia persistente e intensa Raymond pensó:

-Amada mía, ¿quién eres tú en verdad para haber dado a luz a estos niños sin
igual?¿Qué haces pues en secreto, el día que tu vives sin mí?¿Acaso me traicionas con otros?

Él se fue hasta su habitación, entreabrió la puerta, arriesgó y asomó la mitad de un ojo, vio en su bañera redonda a Mélusine aseándose, con la frente ceñida en un hilo de plata, con la garganta estirada y tiesa, los hombros relucientes, vio también su cintura tomada por su larga cola de serpiente enroscada en el agua transparente.
Un grito le vino a sus labios, Mélusine se estremeció, Raymond no vio nada más, no escuchó más que este lamento:

-¡Esposo mío, oh, esposo mío!Nunca volveremos a cruzar nuestras miradas... Y diciendo esto desapareció como el humo.

Nadie la volvió a ver jamás en las salas del castillo ni en el bosque de los alrededores. Ella permaneció sin embargo fiel a su esposo y a sus hijos, presente sin cesar en ellos como la voz de su alma.

Durante mucho tiempo ella volvió a llorar sobre los tejados del castillo Luisgnan, en los días difíciles de su vida.

Todo pasa, nada permanece: ni llantos, ni risas de hadas... El lecho de sus sueños está deshecho.

-"¿Dónde te fuiste Mélusine?". Es el lamento que se oye en los fríos corredizos... Dicen que el alma errante de Raymond sigue vagando por el castillo las noches de luna llena en busca de su amada...

Los Guardianes del Testamento

Corría el mes de diciembre de 1224. Cerca de la iglesia de San Miguel, en Breamo, once hombres rodeaban en silencio una hoguera que les calentaba y calmaba algo de la tremenda humedad que la lluvia provocaba. Eran gente madura, de armas por las lanzas y espadones que portaban, de iglesia por las cruces que orlaban sus blancas capas. Eran caballeros del Temple, templarios venidos del Oriente a los que sus maestres habían destinado a estas tierras del Finisterre. Habían sido luchadores contra musulmanes de Saladino. Habían sufrido derrota y habían huido contraviniendo las normas de su orden. Por eso estaban aquí.

Tenían como misión guardar esta humilde iglesia. Estaba aquí, en ninguna parte, aislada, solitaria. Inmensa en la riqueza que contenía. Aunque su aspecto no dejara adivinarlo. Su humildad externa era la mascara de su tesoro oculto.

Siempre fueron los canteros templarios maestros en el labrado de la piedra y artesanos del acertijo. Tenían, además de la misión de construir, la de anotar en las obras de piedra que componían los secretos que debían ocultar y luego transmitir. Eran sabios en cantería y maestros en misterios. Se decía de ellos que guardaban en sus cabezas los grandes secretos de los enormes tesoros de Tierra Santa y de los conocimientos sublimes de sus maestres.

Y esto guardaban los once. Los signos sagrados que decoraban esta capilla. Los que eran el testamento de la humillada orden, la derrotada, la que había pasado por la ignominia de saber perjuro a su Gran Maestre. Aquí se encontraba todo. La historia de lo ocurrido, la sabiduría que no lo impidió, el escondite de sus riquezas.

Se acercaba la noche y era de natividad. Carecían de todo estos monjes y guerreros. Solo tenían su soledad. Y la capilla que custodiaban.

Caídas las primeras sombras se refugiaron en su interior. Por las estrechas y altas ventanucas, mas aspiles guerreras que miradores, penetraba breve luz de estrellas. Miraron al rosetón sobre la puerta. Once puntas. Una por caballero. Así era desde que la construyeron. Por ella estaban allí once. Uno por extremo.

Poco a poco fueron mirando más y más a la roseta. Algo extraño ocurría en ella. No sabían bien que. Algo era diferente en esta noche navideña.

Al rato lo entendieron. Un poco por si mismo, otro poco por lo extraño, supieron que en esa noche la roseta no tenía once puntas. Eran doce. Una más. Un caballero más. Y lo había. En el centro de la nave, la humilde nave de San Miguel, un niño dormía apacible sobre las brezas ante el altar.

Y así permaneció toda la noche. Hasta las primeras luces del alba. Hasta que amaneció. En ese momento el rosetón volvió a tener once puntas y el niño desapareció.

Desde entonces, todas las noches de la Navidad, los que se aproximan a esta iglesia-capilla juran que el rosetón tiene doce puntas. Las cuentan y recuentan y siempre son doce. Hasta la mañana. Hasta el Alba. Entonces, vuelven a ser once.

Por eso, a los que así hablan, nadie les cree.

La Dama Blanca


Andorra es la gran desconocida y una de sus leyendas más misteriosas e inquietantes es la de la dama blanca de Aubinyà. Nos cuenta la leyenda que en este lugar, dominando el camino hacia las tierras de Urgell, existía una torre fuerte y bien construida propiedad de un noble andorrano, que al morir la dejó en herencia a su única hija, llamada por los lugareños “la Dama Blanca”, a causa de los vestidos que solía llevar de ese color.
Por esta época, era la iglesia de Urgell la que se había atribuido el control de estas tierras, avasallando a sus habitantes con fuertes impuestos y exigencias.
La Dama Blanca es descrita como una mujer fuerte y con convicciones, así que inmediatamente de heredar la torre y las tierras de su difunto padre, prohibió en numerosas ocasiones la entrada del obispo de Urgell en los valles andorranos. Pero éste, haciendo alarde de su orgullo, entraba y salía con total impunidad aumentando a su vez las cargas sobre los indefensos campesinos.

Sucedió que una noche, tras un largo día de cobros y exigencias, la comitiva del obispo se dirigía de vuelta a la sede del obispado cargados del dinero y los bienes de los campesinos andorranos. Era una noche de luna llena y se respiraba un ambiente de tranquilidad y desasosiego mientras el obispo cruzaba el borde de un bosque junto a Aubinyà, cuando de pronto escuchó una dulce y celestial voz de mujer que emergía de entre la arboleda. El obispo bajó de su corcel y dejó que la comitiva siguiera unos pasos y éste se adentró en la negrura bosque, cuando de pronto vio a una hermosa mujer bañada por la intensa luz de la luna, vestida totalmente de blanco y haciéndole signos para que se acercara a ella. El obispo, seducido, se acercó a ella y ésta le cogió dulcemente de la mano; él la abrazó por la cintura y ambos se adentraron en la espesura del bosque. Ésta fue la última vez que se vio al obispo, de nada sirvieron las batidas realizadas por sus secuaces días después en su búsqueda.

No obstante, en esas mismas fechas un gran lobo feroz comenzó a causar estragos por la zona. Pocos fueron capaces de escapar de sus fauces, y los pocos afortunados que lo consiguieron afirmaron ver en los ojos de la bestia la mirada desesperada de una persona, de un obispo…

Por eso, la Dama Blanca es considerada la protectora de los valles de Andorra.

La Novia de la Muerte

Cuenta una vieja leyenda zíngara que hubo una vez una hermosa joven que no tenía marido, ni padre, ni madre, ni hermanos, ni parientes: todos habían muerto. Vivía sola en una cabaña al final del pueblo; y nadie iba a visitarla, y ella no visitaba a nadie.

Una tarde, un apuesto vagabundo llegó hasta su casa, abrió la puerta e imploró: “Soy un vagabundo, y he estado en regiones lejanas. Me gustaría descansar aquí; no puedo ir más lejos”. La doncella respondió: “Quédate aquí. Yo te proporcionaré un colchón sobre el que dormir y, si quieres, también bebida y vituallas”.

Cuando llegó la hora de acostarse, exclamó el vagabundo: “Una vez más, vuelvo a dormir. Hace tanto tiempo desde la última vez…”. “¿Cuánto?”, preguntó intrigada la muchacha. “Querida doncella”, respondió él, ”yo sólo duermo una semana cada cien años”. La muchacha se rió, y dijo: “Bromeas, ¿no? Sin duda eres un simpático granuja”. Pero su invitado no le respondió, pues ya se había quedado dormido.

Temprano por la mañana, el vagabundo se levantó y dijo: “Eres una joven muy hermosa. Si lo deseas, me quedaré en tu casa el resto de la semana”. La muchacha asintió complacida porque se había enamorado del apuesto vagabundo.

Una noche ella tuvo una pesadilla en la cual viajaba en un hermoso carruaje tirado por seis pájaros blancos. A su lado iba sentado el vagabundo, que estaba pálido y frío y llevaba colgado al cuello un poderoso cuerno. Él lo hizo sonar, y entonces la muchacha vio cómo los muertos, incluida su propia familia, se levantaban de la tumba y venían hacia ellos como si acudiesen a la llamada de su rey.

Nada más despertar, la joven le contó su sueño al vagabundo. “Tan sólo fue una pesadilla”, respondió este. Pero inmediatamente se levantó y dijo: “Amor mío, me temo que he de irme, ya que ningún alma ha muerto en el mundo desde que estoy aquí. Debes dejarme ir”. Pero la muchacha sollozó y suplicó: “No te vayas, permanece conmigo”. “Debo irme”, respondió él decidido, “que Dios te proteja”. Pero, según alargó su mano para coger la de la joven, ella rogó entre sollozos: “Dime entonces quién eres”. “Quien lo averigua muere”, dijo el vagabundo, “y a quien lo pregunta en vano, no le respondo la verdad”. Entonces la muchacha sollozó, y dijo: “Soportaré cualquier cosa, sólo dime quién eres”. “Bien”, dijo el hombre, “entonces deberás venir conmigo. Yo soy la Muerte”. Tras oir sus palabras, la muchacha se estremeció y allí al instante quedó tendido su cuerpo inerte.

Leyenda del castillo de Dunstanburgh



Cuenta la leyenda que en un horrible día de tormenta y asediado por los rayos, el caballero Sir Guy the Seeker buscó refugió, junto a su corcel, en las ruinas del castillo de Dunstanburgh (Northumberland,Inglaterra). Allí se le apareció un hechicero quien le instó a seguirle hasta un lugar donde sería recompensado con una mirada de luminosa belleza.
El caballero así lo hizo y tras descender por una tortuosa escalera espiral se detuvieron en un enorme salón. En la estancia encontró unos cien caballeros con sus respectivos corceles, todos ellos dormidos. Pero lo que atrajo la atención de Sir Guy fue una urna de cristal situada en el centro de la habitación, dentro de la cual yacía plácidamente dormida la más bella doncella que jamás había visto. Hay quien dice que la urna estaba custodiada por dos enormes serpientes, otros cuentan que el guardian de la doncella era una siniestra gárgola.
El hechicero mostró al caballero una espada y un cuerno, explicándole que sólo la elección correcta de uno de los dos objetos podría salvar a la dama. Tras meditarlo brevemente Sir Guy optó por el cuerno que rápidamente hizo sonar. Al instante los cien caballeros despertaron avalanzándose sobre él. Ante el suceso, y mientras oía una voz que constantemente le repetía que se había equivocado en la elección, el caballero desfalleció. Cuando recobró la consciencia estaba tumbado a los pies de la entrada del castillo.
Desde aquel instante decidió buscar a la doncella y no parar hasta encontrarla y poder salvarla. Pero por más que buscó y buscó no la halló, y así pasaron los años, falleciendo finalmente sólo y desolado.
Se dice que en los días de tormenta, cuando los truenos suenan, las olas rompen bruscamente sobre las piedras del castillo y el viento aulla con fuerza, el fantasma de Sir Guy vaga por los austeros pasadizos y la tortuosa escalera espiral del castillo en ruinas en busca de la bella dama que no pudo salvar. Dicen que en esos días se puede oir su angustioso grito llamando a la bella milady.

La Princesa Cisne


Angus Og, digno hijo de Dagda y Boanna, y heredero del palacio de New Grange, soñaba noche tras noche con una bella doncella a la que no encontraba en sus largos días de vigilia. Dagda y Boanna, padres preocupados por la cada vez más triste expresión del rostro de su hijo, decidieron buscar a tan adorable muchacha por todos los rincones de la vieja Irlanda.

Cansados ya de buscar sin hallar rastro de ella, decidieron acudir a Bov el Rojo, expertos en ciencias ocultas y rey de Munster. Tras doce meses de tensa espera, el mago Bov anunció haber encontrado a la dama de los amorosos sueños de Angus Og y propuso acompañarlo en el largo viaje hasta su encuentro.

Viajaron pues Bov y el ansioso Angus hasta el lugar indicado por el mago. El bello sueño del joven se encontraba en un lago al que llamaban Boca de Dragón. Allí unos quinientas doncellas cumplían un eterno ritual: caminar en parejas alrededor del lago unidas con cadenas de oro.

Reconoció enseguida Angus a su amada y quiso saber quien era. Resultó llamarse Caer y ser la hija de el príncipe de Connacht, Ethal Anubal. Viéndose fracasados sus intentos por separar a la princesa de sus sueños del resto de las doncellas encadenadas, dirigió sus pasos ante la presencia de los reyes de Connacht, Ailell y Maev. Estos, tras escuchar los ruegos del joven Angus, mandaron una orden a Ethal para que liberara a la pura Caer, pero el rebelde Ethal se negó. Sin hallar otra opción, las tropas del rey Ailell rodearon la fortaleza del príncipe rebelde ante lo cual éste se vio obligado a explicar la razón: la dulce Caer tenía forma durante una año, pero el siguiente adoptaba forma de cisne, y así sucesivamente. Y esto se producía cada 1 de noviembre.

Ese día se presentó Angus en el lago. Se acercó lo que pudo a la princesa ya transformada en cisne y le contó cómo un sueño recurrente le había llevado hasta ella. En ese preciso instante la magia los rodeó y Angus también se convirtió en un bello cisne. La mágica doncella se rindió ante su amor y juntos viajaron hasta el palacio de Angus, emitiendo al unísono tan bello sonido que todos cuantos a su paso la escuchaban caían profundamente dormidos durante tres días.

La Leyenda del Sol y la Luna

Cuenta una leyenda que, cuando el Sol y la Luna fueron creados, se amaban con una pasión y profundidad inconmensurables, sin medida, intensamente. Eran dos amantes libres, el ardiente fuego dorado de uno sobre la fría calidez plateada del otro...
Cuando Dios decidió que habían de separarse, el Sol para iluminar el cielo de día, la Luna para alumbrarlo suavemente de noche, sus corazones, sus almas, parecieron partirse en dos. Estaban condenados a permanecer separados por siempre, tratando de alcanzarse y nunca lográndolo, en una danza infinita, dolorosa.
El Sol trató de ser fuerte, de fingir estar bien, y lo consiguió, destellando fuerte, muy fuerte, en el firmamento.
La Luna, sin embargo, no podía soportar la tristeza de estar sin su amado, y melancólicamente brillaba en el cielo.
Dios, compadeciéndose de ella, le obsequió con millones de estrellas, pequeños pedazos de luz que trataban de acompañarla, de consolarla. Pero la Luna añoraba el fulgor ardiente del Sol, su piel cálida y dorada, y la fría palidez de las estrellas la afligía aún más.
Se sabía sola, condenada a permanecer eternamente buscando a su amor, sin poder alcanzarlo jamás, apenas vislumbrándolo en la distancia.
Dios volvió a compadecerse de aquellos a los que había separado, y decidió concederles unos instantes de felicidad, con los que habrían de sobrevivir por siempre: los eclipses. Entonces, cuando la Luna desaparece, escondida, cuando el Sol se cubre de su nívea piel, pueden vivir de nuevo, libres, amados, felices, por unos gloriosos momentos, hasta volver a separarse, a romperse, dolorosamente, en dos de nuevo. Esperando, anhelando el momento en que puedan volver a ser uno, juntos, libres, amados.

 Luz de Luna

Las últimas horas Braont había estado divagando por el bosque, lejos de su poblado, todo empezó cuando él había salido a vigilar las cercanías de la fortificación donde el habitaba con todos los suyos, en los últimos meses habían sufrido algunos ataques de una de las tribus vecinas.

En la zona donde se encontraba el poblado de Braont, la espesura del bosque era tal que permitía un grupo no demasiado numeroso el aparecer y desaparecer en cuestión de segundos sin que se pudiera apreciar su presencia con la suficiente antelación, si además era una de esas mañanas en las que la niebla envolvía el bosque la situación era aún más peligrosa.

Pero el poblado de Braont llevaba allí mucho tiempo, desde que el padre de su abuelo llegó procedente de tierras más al norte en busca de buenos pastos y bosques en los que subsistir, y aquel robledal salpicado de grandes hayas era ya un lugar sagrado para su pueblo, los druidas se internaban en la espesura del bosque donde tenían sus altares, a los que nadie excepto ellos osaban acercarse.

Aquella noche de fina lluvia, el joven guerrero estaba preparado para vengar las afrentas recibidas por los suyos en los últimos días, Braont se separó del grupo para buscar un sitio desde el que poder tener mejor visibilidad sobre esa parte del bosque, una vez hubo andado unos metros, observó a los lejos una gran piedra granítica que se elevaba justo debajo de las copas de algunos árboles, sin duda alguna ese era un buen punto desde él que podría observar los movimientos en el bosque.

El joven se dispuso a escalarla para poder comprobar la bondad de aquel punto de vista, dejó todas sus armas en el suelo, excepto el puñal corto que siempre guardaba trás sus pantalones, la piedra apenas presentaba fisuras a las que poder agarrarse, además su base estaba sembrada de pequeñas rocas puntiagudas que hacían más peligrosa la escalada en caso de caída, pero esto no pasaba por la mente de Braont, a la hora de tener que enfrentarse ante cualquier medio de la naturaleza, las dificultades no empañaban su valor, era lo que le habían enseñado a él, y de lo que siempre se jactaban sus antepasados.

Una vez superados los diez u once pasos necesarios para poder llegar a la cima, diose cuenta de que aquella roca extraña y difícil de escalar estaba justo en aquel momento orientada en la dirección en la que se encontraba la luna,

Braont calculó por la posición de la luna respecto al bosque que debía ser medianoche, ahora empezaba a soplar una suave brisa que no era demasiado fría pues la estación veraniega ya había llegado,

En las cercanías de su poblado todos se reunieron días atrás para celebrar la llegada de los meses calurosos, ya habían prendido fuego a las hogueras como ofrenda a los dioses para que el resultado de las cosechas fuera bueno y sus almas se purificaran de malos espíritus.

De pronto el guerrero quedó cegado por una luz de la que no pudo ver su procedencia, Braont se agacho sobre al apendice puntiagudo en el que terminaba la roca, y se asió con las dos manos para evitar perder el equilibrio debido a la falta de visión, pasaron algunos segundos y un sudor frío empezo a resbalar por su frente, en este breve tiempo su mente había estado dando vueltas a un ritmo trepidante sobre la situación en la que se encontraba.

Su primera idea era que estaba frente a la manifestación de alguna divinidad del bosque que moraba en las cercanías de esa piedra, y él había osado entrar en sus dominios, se encontraba frente a lo único a lo que sus mayores le habían enseñado a temer.

Pronto comprendió que en esa situación su fin estaba cercano, aunque sus ansias juveniles de vivir le obligaron a seguir pensando, él había sido buen seguidor de las enseñanzas de los druidas, siempre había sido respetuoso al extremo en los sacrificios a los dioses, y ahora se preguntaba porque había caído en su desagrado.

Mientrás tanto la luz había ido disminuyendo en intensidad sin que el céltico guerrero lo hubiera apreciado pues mantenía sus ojos sellados de temor, luego escucho un susurro seguido de una brisa de aire que le dio suavemente en la cara como devolviendole el aliento a su espíritu, se reanimo de tal forma que abrió los ojos, al hacerlo poco a poco fue teniendo una visión clara de lo que frente a él se encontraba, desde la misma luna una intensa luz iluminaba un cuerpo de mujer joven, Braont se fijó poco a poco más en ella.

Vestía blanca túnica, su pelo era como el de Braont, del color de los camps que los suyos cosechaban al inicio del mes más caluroso, del color del sol, su gesto era dulce.


En ese instante el guerrero apreció que la mujer que se encontraba frente a él no se apoyaba sobre ningún elemento, y sin embargo estaba a la misma altura que él sobre la cima de la roca, su temor volvió a aflorar, era el miedo a lo sobrenatural, a lo divino, pensó que la única solución era saltar de esa roca y salir corriendo a encontrar al resto de su grupo antes de que ese espíritu decidiese mostrar su poder, tensó sus músculos y se dispuso a saltar al suelo, la altura de la roca era como de unas diez veces la longitud del cuerpo de Braont, pero eso no le importaba, solo quería correr y seguir viviendo.

Cuando estaba dispuesto a saltar, la mujer que estaba frente a él callada, sonrío con dulzura, y Braont que seguía teniendo un miedo atroz, se quedó parado unos segundos perplejo frente a la belleza de la imagen que frente a él se encontraba, era como si fuese teniendo menos miedo por instantes.


Así transcurrieron unos segundos más, durante los cuales el joven no se atrevío a pestañear, ni por un segundo relajó sus musculos que estaban prestos a realizar el arriesgado salto, pero de pronto la luz fue perdiendo intensidad hasta que desapareció del todo, Braont aún permaneció unos instantes mirando el bosque en la dirección en la que la luna proyectaba su luz, pero ya no veía a la joven.

El aire volvió a soplar de nuevo y el guerrero se encontró de pronto de nuevo en la consciencia de su situación anterior, los demás del grupo seguro que debían andar buscándole y él no podía saber que tiempo había transcurrido desde que se separó de ellos, para él había sido como una eternidad.

Destrepó los pasos de roca hasta llegar a la base de la piedra, recuperó el resto de sus armas y empezó a correr en la dirección en la que había abandonado el grupo, tras avanzar unos metros se volvío a mirar hacia la roca y la zona del bosque más iluminada que ahora se encontraban detrás de él, la luna seguía clareando esa parte del denso hayedo como si fuese pleno día.

Braont volvió a inciar su carrera y mientras se dirigía al encuentro de sus compañeros, recordó como una vez su abuelo anciano le contó que los dioses siempre veían con agrado a los guerreros más nobles y valerosos, y como un guerrero de la tribu, cuando vivían en los bosques del norte, una noche fué envuelto por una espesa niebla que le llevó lejos de su casa, y que al volver contó a los druidas del poblado que se había encontrado con el espíritu que moraba en el bosque, y que como tras contarlo y a pesar de ser un guerrero valeroso fue rechazado por los druidas y a partir de entonces fue perdiendo estima entre los suyos.

Pero Braont pensaba que a él no le pasaría lo mismo, el no iba a contar nada en el poblado sobre lo que le había acontecido, aunque ¡por Lugh!, estaba seguro de que esa noche se había encontrado frente al espíritu de la mismísima luna en el bosque, y estaba seguro de que él y los suyos esa noche iban a vencer a sus enemigos de la tribu vecina, esa noche iban a contar con una ayuda inestimable, esa noche les iba a ayudar la LUNA.

LA HIJA DEL REY DE LA TIERRA DE LA JUVENTUD

Mientras Finn y su hijo Oisin, junto a varios compañeros, cazaban una mañana brumosa de verano a orillas del lago Lena, vieron acercarse a una doncella hermosísima, montada en un corcel blanco como la nieve.
Ella llevaba un traje de reina: una corona de oro y un manto de seda marrón con estrellas de oro rojo la envolvía y se arrastraba por el suelo.
Su caballo llevaba adornos de oro y un penacho sobre la cabeza.
La doncella y se acercó a Finn y con él habló.
- Desde lejos he venido y te he encontrado, Finn, hijo de Cumhal.
- ¿Cuál es tu tierra, doncella, qué es lo que deseáis de mí?
- Mi nombre es Niam la del pelo dorado. Soy hija del rey de la Tierra de la Juventud, y lo que me ha traído hasta aquí es el amor por vuestro hijo Oisin.
Ella giró hacia el joven guerrero y le habló con una voz a la que nadie podía negarse.
- ¿Vendrás conmigo, Oisin, a la tierra de mi padre?
- Allí iré y hasta el fin del mundo.


Entonces la doncella habló sobre su tierra, y mientras lo hacía, una quietud de ensueño inundó todas las cosas.
Ningún caballo se movió, los perros dejaron de ladrar, ninguna ráfaga de viento meció las hojas del bosque.
Los hombres estaban tan maravillados que de todo lo que ella contó, sólo pudieron recordar:
Es una tierra deliciosa por encima de todos los sueños,
Más bella que cualquier cosa jamás vista por unos ojos.
Allí todo el año hay frutos en los árboles,
Y durante todo el año las plantas florecen.
Allí los árboles miel salvaje gotean;
El vino y la hidromiel nunca se terminan.
Ningún habitante conoce el dolor ni la enfermedad,
Y la muerte o el decaimiento nunca están cerca de él
La fiesta nunca empalaga ni la caza cansa,
Ni tampoco para de sonar la música de los salones;
El oro y las joyas de la Tierra de la Juventud
Brillan con esplendor jamás conocido por hombre alguno.
Tendrás caballos de buena cuna,
Tendrás perros que corren más que el viento;
Un centenar de guerreros os seguirán en las batallas,
Un centenar de doncellas os cantaran para que durmáis.
Una corona de soberano llevareis en la frente,
Y a vuestro lado un arma mágica siempre estará,
Y seréis el señor de toda la Tierra de la Juventud,
Y señor de Niam la del pelo dorado.
Al terminar la canción, los fians vieron a Oisin montar en el corcel mágico, sostener a la doncella en sus brazos, y desaparecer como un rayo de luz hacia el bosque.

"MAS BELLEZAS"


 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Toma un viaje a tu interior. Una cita contigo mismo… Deja un momento esta semana solo para ti, puede ser 10 o 15 minutos pero que sea un momento para cerrar los ojos y escuchar tu voz interior, la voz de tu alma.
Piensa en un lugar que te guste, en algo que te agrade y concéntrate.
Respira despacio y profundo.
Luego piensa en ti, escúchate. Este ejercicio sencillo es muy relajante.
¿Cuántas veces has querido escapar de tu rutina diaria, tener un momento de paz y tranquilidad?
Tener un momento para concentrarte, verte a ti mismo, y hablarte, comunicarte con tu interior.
Tú puedes hacerlo, algunas veces puedes ir de vacaciones, o tomar un retiro.
Pero muchas veces no tenemos tiempo para hacer eso y necesitamos un momento en nuestra rutina diaria para escuchar nuestra voz interior.
Adelante Amigo… para ya de tanta presión, de tantos sueños sin sentido, adéntrate en tu mundo interior, encontrarás allí grandes secretos que permitirán que tu vida sea más feliz…
No vivas la vida sólo en el exterior, allí dentro de tu corazón mora una gran Verdad.. y sólo te será revelada cuando tu decidas entrar…
No lo pienses más.. deja el temor… ¿temor a qué? ¿qué temes perder?
¡¡NADA!! Porque nada nos pertenece… todo aquí es temporal… busca lo eterno Amigo…
Busca esa esencia que nos lleva hacia el infinito.
En cualquier momento llegará tu fin…
¿Y qué hiciste con tu vida? ¿Sólo acumular más y más cosas? Sólo lo que hayas cultivado espiritualmente…
¡Sólo lo que hay en tu corazón, permanecerá contigo por siempre!

LA HUMILDAD


 
















Caminando un día, por el parque cerquita de mi casa,
un hombre muy viejito encontré sentado en los bancos de madera... tan viejos , como los años que este señor de cabello blanco y larga barba tenía.
Sus ojos aunque demostraban los años, brillaban como dos luceros, me acerqué y una amistad entre palabras y diálogos , nació... después de un buen rato de charla y risas, le digo que tranquilo es el parque, no se escuchan tantos ruidos, sólo el cantar de las aves...
Sonriendo me dijo, te voy a contar una historia...
que me llegó al corazón, y hoy quiero compartirla con ustedes...
Me dijo así:
Un día caminaba con mi padre, cuando él se detuvo en una curva y después de un pequeño silencio me preguntó:
¿Además del canto de los pájaros, escuchas alguna cosa más?
Agudicé mis oídos y algunos segundos después le Respondí:
Estoy escuchando el ruido de una carreta...
"eso es" dijo mi padre, es una carreta vacía...
Pregunté a mi padre:
¿Cómo sabes que es una carreta vacía , si aún no la vemos?
Entonces mi padre respondió:
es muy fácil saber cuando una carreta esta vacía, por causa del ruido...
cuanto más vacía la carreta mayor es el ruido que hace...
Me convertí en adulto y hasta hoy, cuando noto a una persona hablando demasiado, interrumpiendo la conversación de todos, siendo inoportuna, presumiendo de lo que tiene, sintiéndose prepotente y haciendo de menos a la gente...
tengo la impresión de oír la voz de mi padre diciendo:
"Cuanto más vacía la carreta, mayor es el ruido que hace..."
La humildad consiste en callar nuestras virtudes.
...y en permitirle a los demás descubrirlas.
Recuerden que existen personas tan pobres que lo único que tienen es dinero.
Nadie está más vacío que aquel que está lleno del yo mismo.
Seamos lluvia serena y mansa que llega profundamente
a las raíces, en silencio, y nutriendo...

viernes, 18 de noviembre de 2011

Afronta tu camino con coraje

































"Afronta tu camino con coraje, no tengas miedo de las críticas de los demás. Y, sobre todo, no te dejes paralizar por tus propias críticas"
"Si somos tolerantes con los demás, es más fácil aceptar nuestros propios errores. Cuando realmente permitimos que el odio, la envidia, la intolerancia, vibren a nuestro alrededor, terminamos consumidos por esta vibración".
"En vez de maldecir el lugar en el que caíste, deberías buscar aquello que te hizo resbalar".
"Las decisiones de Dios son misteriosas, pero siempre a nuestro favor."
"Incluso un camino sinuoso, difícil, nos puede conducir a la meta si no lo abandonamos hasta el final."

MANUAL DEL GUERRERO DE LA LUZ:
















"Acumular amor significa suerte, acumular odio significa calamidad"
"Coraje. Comenzando la jornada con esta palabra, y siguiendo con la fe en Dios, llegarás hasta donde necesitas."
"Dios juzga al árbol por sus frutos, y no por sus raíces."
"El guerrero es transparente en sus acciones y secreto en sus planes."
"Un guerrero acepta la derrota como una derrota, sin intentar transformarla en victoria"
"Un guerrero de la luz usa la soledad, pero no es usado por ella."
"Las cuerdas que están siempre tensas terminan desafinando."
"La gran victoria que hoy parece fácil fue el resultado de pequeñas victorias que pasaron desapercibidas."
Quien se atreve a tener un proyecto en su vida, quien tiene el valor de dejarlo todo para vivir su Leyenda Personal, acabará logrando sus objetivos. Lo importante es mantener el fuego en el corazón, y tener resistencia para superar los momentos difíciles

""MUJER COMPLETA""



















 


Que nadie haya sido tan afortunado de darse cuenta la mina de oro que tú eres, no significa que brilles menos.
Que nadie haya sido lo suficientemente inteligente para darse cuenta que mereces estar en la cima, no te detiene para lograrlo.
Que nadie se haya presentado aún para compartir tu vida, no significa que ese día está lejos.
Que nadie haya notado los avances en tu vida, no te da permiso para detenerte.
Que nadie se haya dado cuenta la hermosa mujer que tú eres, no significa que no seas apreciada.
Que nadie haya venido a alejar la soledad con su amor, no significa que debas conformarte con lo que sea.
Que nadie te haya amado con esa clase de amor que has soñado, no significa que tengas que conformarte con menos.
Que aún no hayas recogido las mejores cosas de la vida, no significa que la vida sea injusta.
Que Dios está pensando en un hermoso príncipe para tí, no significa que tú no seas ya una reina.
Solo porque tu situación no parece estar progresando por ahora, no significa que necesites cambiar nada.
Sigue brillando , Sigue corriendo , Sigue esperando, Sigue viviendo, Sigue siendo exactamente como ya tú eres : ¡Una Mujer Completa!

APRENDIENDO A USAR EL ALMA





















Aprendo a usar el alma porque es la única forma de sentir la vida, de sentirme vivo, de conocer y empaparme de amor de verdad, de palpitar con todo y no solo con el corazón. Aprendo a usar el alma porque solo estoy aqui con ese propósito….
Aprendo a cambiar desde dentro...No lo de afuera…
Aprendo a amarme….Para poder amar a los demás…
Aprendo a ser amiga del silencio...Y lo encuentro también en el ruido…
Aprendo a usar los "seis" sentidos....Porque “sentir” es el sexto…
Aprendo a llorar con el alma....Porque eso también me enseña a reír con el alma….
Aprendo a amar con el alma...Porque es el único que llena y se puede compartir….
Aprendo a mirar con los ojos del alma...Porque solo con ellos puedo ver lo hermoso de todo y de todos…
Aprendo a dar caricias con el alma...Porque lo más dulce es acariciar otras almas…
Aprendo a sentir mi piel….Para que los demás también puedan sentirla…
Aprendo a quererme con el alma...Porque es la única forma de crecer…
Aprendo a desnudar el alma....Porque es el mayor regalo que puedo dar a los demás….
Aprendo a perdonarme cuando sale mal....Porque estoy aprendiendo…
Aprendo a vivir desde el alma….Porque es lo único que da significado a la vida…
Aprendo a ser yo....Aprendo a ser amor….Aprendo a ser un guerrero de luz...




















 LA PERSONA DEL ESPEJO
CUANDO LOGRES LO QUE QUIERES EN LA LUCHA POR TI MISMO
Y EL MUNDO TE HAGA REY POR UN DIA,
VE AL ESPEJO, MÍRATE.....
Y ENTÉRATE DE LO QUE TENGA QUE DECIRTE ESA PERSONA.
PORQUE NO DEBES SER JUZGADO
POR TU MADRE, TU HERMANO O TU ESPOSO.
EL VEREDICTO QUE CUENTA MAS EN TU VIDA
ES DE QUIEN TE MIRA FIJAMENTE EN EL ESPEJO.
A ESA PERSONA DEBES DAR SATISFACCIÓN, PRESCIDIENDO DE LOS DEMÁS, PORQUE ELLA TE SERÁ FIEL HASTA EL FIN,
Y HAS PASADO LA PRUEBA MAS PELIGROSA Y DIFÍCIL
SI LA PERSONA DEL ESPEJO ES TU AMIGA.
PUEDES SER COMO JACK HORNER Y ESCULPIR UNA CIRUELA
Y PENSAR QUE ERES UNA PERSONA ESTUPENDA,
PERO SI LA PERSONA DEL ESPEJO TE DICE QUE ERES UN HOLGAZÁN,
SI NO PUEDES MIRARLE A LOS OJOS.
PUEDES ENGAÑAR A TODO EL MUNDO EN EL CURSO DE LOS AÑOS
Y LOGRAR QUE AL PASAR TE DEN GOLPECITOS EN LA ESPALDA;
PERO LA RECOMPENSA FINAL SERÁN PESARES Y LÁGRIMAS
SI HAS ENGAÑADO A LA PERSONA DEL ESPEJO.

NUNCA TE SIENTAS SOLO





















 LOS NIÑOS, LOS ANCIANOS,
LOS ENFERMOS,LOS GENTILES,
TODOS SE SIENTEN ACOMPAÑADOS,
A TI TAMBIEN TE ACOMPAÑAN,
NUNCA ESTAMOS SOLOS,
ABRE LOS OJOS Y AGUDIZA
TUS SENTIDOS Y LO NOTARAS,
SIEMPRE NOS ACOMPAÑAN.

"AMEMONOS TODOS COMO EL NOS AMO"


SOMOS LUZ


SOMOS UNO


jueves, 10 de noviembre de 2011

BAILAR BAJO LA LLUVIA!!





Una mañana agitada, a las 8:30, cuando un señor mayor de unos 80 años, llegó al hospital para que le retiraran los puntos de su pulgar. El señor dijo q estaba apurado y que tenía una cita a las 9:00 am, el doctor le pidio que tomara asiento, sabiendo que quizás pasaría más de una hora. Lo vio mirando su reloj y decidió, examinar su herida. Mientras lo curaba le pregunto si tenía una cita con otro médico esa mañana, ya que lo veía tan apurado. El señor le dijo que no, que necesitaba ir al geríatrico para desayunar con su esposa. El doctor le pregunto sobre la salud de ella: El le respondió que ella hacía tiempo que estaba allí ya que padecía de Alzheimer. Le pregunto si ella se enfadaría si llegaba un poco tarde: Le respondió que hacia tiempo que ella no sabía quien era él, que hacía cinco años que ella no podía ya reconocerlo. El doctor sorprendido entonces le pregunto: 'Y usted sigue yendo cada mañana, aun cuando ella no sabe quien es usted?' El sonrió y le dijo:"Ella no sabe quien soy, pero yo aún se quien es ella y la amo ." Al doctor se le erizó la piel, y tuvo que contener las lágrimas mientras él señor se iba, y penso, "Ese es el tipo de Amor que quiero en mi Vida. "El Amor Verdadero no es físico, ni romantico. El Amor Verdadero es la aceptación de todo lo que es, ha sido, será y no serás en la vida . La gente más feliz no necesariamente tiene lo mejor de todo; ellos sólo hacen todo, lo mejor que pueden. Yo espero que compartas este mensaje con alguien a quien quieras. Yo lo acabo de hacer.  
La vida no se trata de sobrevivir a una tempestad, se trata de saber como BAILAR BAJO LA LLUVIA!!


                                                                                                                           
 
                                                        

lunes, 31 de octubre de 2011

HAY MUCHOS ANGELES TODOS ESTAN PARA ESCUCHARNOS Y AYUDARNOS

─═ڿڰۣڿ◕ڿڰۣڿ◕ڿڰۣڿ═─♥◕♥◕♥◕♥◕♥◕♥◕♥─═ڿڰۣڿ◕ڿڰۣڿ◕ڿڰۣڿ═
Por practicar la hospitalidad, algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles.
Seamos simplemente los Ángeles que somos. Tengamos pensamientos hermosos.
Los Ángeles nos están escuchando como amigos secretos que nos observan pero rara vez intervienen. Casi nunca pensamos en ellos, salvo que estemos frente a una catástrofe. Sin embargo, para quienes creen en los Ángeles (y somos muchos), independientemente de la frecuencia con que los recuerden, solo pensar en su presencia, la sola noción de ellos, resulta reconfortante y añade una dulzura a nuestras vidas como ninguna otra cosa lograría hacerlo..